El entrenador de la selección Argentina hizo un balance de los amistosos en Las Vegas y puso paños fríos a los resultados, mostrándose confiado en sus dirigidos.
Sergio Hernández es capaz de todo. Con un discurso que mezcla realismo y filosofía de vida, el técnico puede asegurar, sin tapujos, que hoy la Selección está jugando mal y, a la vez, que en 10 días va a empezar a jugar bien. Inmediatamente después puede decir que eso tal vez no alcance para ganar en Tokio, aunque sin dejar de dar un mensaje superador: que acá lo importante no es sólo ganar sino disfrutar el camino, que es necesario valorar lo conseguido –estar en una cita olímpica- y gozar de este grupo de jugadores encabezados por un mito deportivo que jugará su quinto Juego Olímpico y se retirará con la camiseta argentina, sin permitir que el miedo a no ganar te quite esas sensaciones tan especiales. Estos puntos, para algunos contradictorios o distantes, unieron la charla bien de noche que Oveja tuvo con Prensa CAB en el hotel MGM Park.
-¿Qué balance hacés y qué sensaciones te quedaron luego de estos primeros tres amistosos?
-El balance es muy positivo porque conseguimos lo que vinimos a buscar, sumar volumen de trabajo, recuperar la memoria, incorporar a los jugadores nuevos y observar a todos para elegir a los 12. Y si bien este es un equipo que no escatima esfuerzo nunca, que siempre dispuesto a entrenar, a escuchar y aprender, las sensaciones no son buenas. Salvo en buena parte del primer partido, los otros dos rivales nos sacaron de la cancha y no nos dejaron jugar. Y no es un tema de perder, porque con eso no pasa nada, el problema es que nos sacaron de nuestra línea, en especial Nigeria en los tres últimos cuartos. Hubo méritos del rival pero también errores nuestros, porque caímos en la trampa, fuimos a su terreno. Nos jugaron bien, duro, y terminamos jugando un básquet individual y anárquico. Más allá de que Nigeria esté en un gran momento y Estados Unidos viniera de dos derrotas… Está claro, entonces, que no lo hicimos bien, que no estuvimos a la altura de lo que esperábamos. Hoy estamos al 50% de lo que podemos ser, pero sabiendo que el equipo ya ha pasado por algo así, incluso hace dos años antes del Mundial, y que nos quedan 11 días para llegar bien al debut.
-¿Entonces estás preocupado o tranquilo?
-Lo justo y necesario. Tampoco es que si hubiésemos ganado los dos partidos, jugando muy bien, estaríamos pensando que vamos a ser campeones olímpicos. Ni una cosa ni la otra. Nos quedó un sabor de boca feo, porque no nos gusta vernos dominados, y estamos con una sensación de deuda. Pero, a la vez, sabemos que podemos darlo vuelta. Recordemos que antes de China también nos costó mucho. En los Panamericanos perdimos ante México y le ganamos a Dominicana porque Vildoza metió un triple de otro partido. Pero luego Francia y Brasil nos dominaron, a 10 días del torneo. Y luego hicimos el Mundial que hicimos.
-Ahí está el punto. Ya pasó muchas antes que, en los amistosos, se juega mal y se pierde. Y luego, en el torneo, todo cambia. ¿Puede pasar lo mismo?
-Sí, parece que el argentino necesita un partido oficial para rendir al máximo y acá no vinimos a eso, a competir. Vinimos a entrenar el ritmo, la dinámica, a respetar este adn que buscamos, a lograr una agresividad defensiva y a tener la mejor posible ocupación de espacios. No a ganar. Distinto será en el Juego Olímpico… Cuando es por los porotos, la preparación es otra, la ejecución es otra, el scouting del rival es otro y todo nos ayuda a competir de otra forma. Por eso no tengo dudas de que el equipo va a jugar bien en los Juegos Olímpicos. No sé si alcanzará para ganar, aunque en realidad ningún equipo lo sabe, pero no tengo miedo de ir a un Juego Olímpico, por cómo estamos hoy. Confío mucho en el equipo.
-Hablabas del 2019, de la previa. ¿Ves algo distinto esta vez? No sé si menos días de preparación o algo que te permita ser más optimista o no?
-Está claro que nos faltó preparación, como a todos los equipos. Y nos faltaron amistosos. Encima, tuvimos el caso de Covid de Tortu (Deck), los cuatro meses de inactividad de Pato (Garino), la inclusión de chicos de 20 años… Pero, por otro lado, este es un equipo con más experiencia que no apreta el botón de pánico. Hace dos años sí Luis y yo calmamos las aguas. Ahora veo que los jugadores reconocen que ya la pasamos y no están dos días con caras largas porque se jugó mal un amistoso. Entienden que estamos entrenando, en un proceso, que lo importante llegará el 26. Claro que estaríamos más felices si hubiésemos jugado bien, pero lo que nos pasó también nos puede ocurrir y más en este tramo de la preparación.
-Lo que queda claro, como en ningún otro equipo, que si lo colectivo no funciona, no se salva nadie, como pasó en estos tres amistosos.
-Es otro clásico de Argentina, incluso hasta cuando estaba Manu. Si el todo no funciona, las partes se ven recontra perjudicadas. Y si pasa al revés, nos potenciamos todos. Nosotros no tenemos margen de error, porque no somos potencia, como Eslovenia, Lituania, Serbia o España, que se pueden dar el lujo de jugar 6 puntos y ganar. Nosotros tenemos que jugar 10 puntos. Al 90% de los equipos, te diría al 100%, no le vamos a ganar si no jugamos 10 puntos. En el Mundial fue distintos. Tal vez podíamos ganar jugando 7 pero un Juego Olímpico ya no. La verdad es esa, no nos tenemos que engañar. Por eso doblamos apuesta en el juego. Algunos dicen “corren mucho”, pero si no presionamos y no corremos, vamos a ir a pasear a Tokio. Y nosotros queremos ir a ganar. Tengo claro que con este estilo, cuando te equivocás, te cortás con tu propio filo y podés perder por 20/30 puntos. Pero es la única receta. Porque a Tokio vamos a ir a jugar a ganar, no a no perder.
-En 2002, la Selección dio un golpe mundial y ya nunca fue la misma en un punto, porque el status del equipo creció y el individual también. Para bien o para mal, ya nada fue igual, hubo que lidiar con eso, con la expectativa, la fama, la candidatura y otros egos. ¿Cómo se gestiona eso, con ya no ser buenos sino ser figuras y todo lo que eso genera?
-El monstruo que somos lo creamos nosotros y tenemos que ser muy inteligentes para sostener vivo a ese monstruo. Porque después de pasar lo del Mundial, sucedió que Campazzo brilló en Europa y se fue a la NBA, Deck lo mismo, Vildoza también dio el salto a la NBA tras consolidarse en España y así otros… Y todo eso hay que saber manejarlo. A veces no nos acordamos de la edad que tienen y todo lo que viven. Tienen 25/30 años y reciben comentarios que son genios, monstruos… Es bravo. Yo, cuando volví al país, era un ejemplo que tenía que ser presidente y entraba a un restaurante y se paraban aplaudirme. Yo porque tengo 57 años y la tengo clara, pero es fuerte. A estos chicos lo espera gente de la NBA y tienen un millón de ojos atrás tuyos. Por más crack que seas, todo pesa. Es mucho… Hay que pensar que todo les vino de golpe. Lo que pasó en el Mundial fue inesperado y movilizo un país. Y los pibes, de un día para el otro, pasaron de ser anónimos a héroes e ídolos absolutos. No es fácil.
-Me da la sensación que sos el equilibrio acá y que estás siempre preparado para lo bueno y para lo malo.
-Pero es así, debe ser así. Acá no deberíamos estar con miedo por lo que vaya a pasar. Debemos festejar que estamos en un Juego Olímpico que no tendrá a potencias como Serbia, Lituania, Canadá, Grecia… Parece poco, porque hace rato que lo hacemos, pero es mucho. Argentina, en estos 20 años, ha logrado cosas impensadas, es uno de los tres mejores equipos del mundo en este lapso. No lo perdamos de vista. El miedo a no repetir lo del 2019 no debe existir, porque no sé por qué deberíamos repetir lo del Mundial… O, al menos, no dejemos que esas sensaciones nos quiten el disfrutar de este grupo, de ver a Campazzo, de presenciar los últimos partidos profesionales de la vida de Scola, de una Selección que verá debutar a chicos de 20 años. Esto se debe valorar y disfrutar. Esto no quiere decir que no vamos a querer ganar. Cuando vaya la pelota al aire, ante Eslovenia, vamos a dar la vida, pero que el árbol no nos tape el bosque.
-Tener perspectiva y entender el contexto.
-Mirá, León Najnudel cumpliría hoy 80 años, imagínate si viera a personas nerviosas por lo que pudiera pasar en Tokio, imaginatine lo que les diría. Por favor, tomen un mate o un vino disfruten de Argentina jugando un Juego Olímpico en plena pandemia. Yo lo estoy disfrutando y no comenzó. Tal vez porque estoy en otra etapa distinta de mi vida, tal vez años atrás me estaría comiendo los codos. Pero sin embargo, disfruto: del staff maravilloso que tengo, del lujo de sumar a Prigioni en esta previa, de aprender cada día de Luis, de estar con los jóvenes, de pasar por una ciudad increíble como Las Vegas y de estar a días de entrar nuevamente a una villa olímpica. Lamento si alguien dice que sólo le importa que ganemos. Yo no tengo la culpa. Lo lamento por esa persona. Yo voy a seguir disfrutando, cosechando amistades y relaciones, viviendo momentos y situaciones que tal vez hace no tanto estaban en los planes de muy pocos en nuestro deporte.
Fuente: Prensa CABB