El “oriental” volvió a ser uno de los grandes protagonistas en la tercera categoría llegando a instancias decisivas. Para ello hubo un gran trabajo dirigencial trayendo refuerzos de categoría pero también apostando a jugadores formados en la institución. El balance de Misiones Básket.
Tokio ya es un referente en la Liga Federal. Es sin dudas el mejor elenco del NEA desde la post pandemia. Ambas afirmaciones son irrefutables y sus incursiones lo respaldan: octavos de final (2020-21) y cuartos de final (2021-22 y 2023). Pero su gran presente institucional y deportivo requiere de un análisis más detallado.
Pasaron casi dos semanas de su eliminación en el certamen de la mano de Provincial de Rosario, quien acaba de lograr el ascenso a la Liga Argentina, lo cual habla a las claras que otra vez se topó en semifinales (como el año pasado ante La Unión de Colón) con un rival de jerarquía que luego conseguiría el salto de categoría. El sabor vuelve a ser el mismo: el equipo se armó para el ascenso, estaba en camino, pero faltó un paso más, tal vez más experiencia como la tuvo el “rojo” rosarino con Adrián Boccia y Pablo Fernández.

Nombres como los del pivote santafesino Santiago González (pudo haber sido su último torneo) o del hijo pródigo de Tokio, Daniel Tabbia, quien bajó de categoría para potenciar al club donde se formó, fueron de los más experimentados en la formación conducida por Agustín Ponissi. A ellos se sumaron otros jóvenes con muchos minutos en primera pero sin tantos años en el profesionalismo como los correntinos, Ariel Romero y Mateo Viana, el alero chaqueño, Matías Núñez, el chubutense, Leonardo Sanabria, o los perimetrales posadeños, Lucas Landi, Valentino Gallardo e Imanol Flores. Todos fueron claves con su desempeño para conseguir el “uno” de la fase regular en la zona NEA y luego dejar en el camino a Córdoba de Corrientes, Centro Bancario de Gualeguay y Santa Paula de Gálvez.


Tal vez uno de los puntos dignos de destacar, tanto en esta temporada como en las anteriores, fue la apuesta a los “pibes” de la cantera o aquellos jugadores que se iniciaron en el club. Hablamos de Landi, Flores, Gallardo o el propio Tabbia. Es decir, cuatro de los nueve jugadores de la rotación “japonesa” surgieron de sus formativas. También completaron el roster Thiago Viernickel, Felipe Zunino, Pedro Pedrozo, Santiago González.

Este dato no menor es el fiel reflejo del trabajo que está llevando a cabo la dirigencia “oriental” de la mano del presidente, Nicolás Fulquet, y su tesorero, Carlos Silvestrini, entre otros, quienes se aferran a darle lugar a los pibes en el primer equipo. A su vez, las autoridades apostaron a otros talentos misioneros para formar parte del plantel: Santino Jacovacci (proveniente de Siglo XXI) y Eduardo Barlocchi (Alto Paraná). El proceso de reclutamiento también incluyó al interno santacruceño, Andrés Martínez. En fin, juventud y experiencia con un fuerte acento local.

También otro guiño a la dirigencia fue mantener la base en estas tres temporadas que marcaron su vuelta al certamen (anteriormente había jugado cuatro más desde 2011 a 2015). González, Romero, Landi y Viana ya suman varios minutos compartiendo equipo y eso le hace bien a cualquier proyecto.
Sin embargo, el punto negativo que dejó al descubierto esta nueva temporada fue la falta de más jugadores con experiencia y jerarquía, un combo difícil de conseguir, o tal vez fácil con una espalda económica importante. Y allí es evidente que desde el club se hizo un esfuerzo enorme con sponsors privados y públicos, pero no alcanzó. Tal vez para apuntar al ascenso se necesita de ese pasito. Es fácil decirlo, pero no tanto a la hora de conseguir esa clase de apoyo.


La base está, la hinchada también (los “orientales” se hicieron sentir en Posadas y fuera de la provincia), solo falta sumar más nombres de peso en la categoría para dar el gran salto, el que necesita una ciudad básquetbolera como Posadas.