Ocurrió en junio de 2016, justo en el mismo día en el que los Cleveland Cavaliers de LeBron James realizaban el emblemático Parade por el título obtenido. Mike Tollin, productor del documental, fue quien lo convenció.
Hoy es el día señalado. Esta noche, se estrenará en los Estados Unidos el tan ansiado The Last Dance, documental que contará el detrás de escena de la última temporade de Michael Jordan con la camiseta de los Chicago Bulls. Ese año significó el cierre de una historia que le dio a la franquicia un total de seis campeonatos y que marcó un antes y un después en la Era moderna del básquet. Pero, aunque casi todos están de acuerdo en que esa narrativa es perfecta para una serie de este estilo, lo cierto es que el principal protagonista de la novela pasó más de veinte años negándose a su realización.
El origen de lo que finalmente será una producción de diez capítulos compartida entre ESPN y Netflix descubre a Adam Silver como impulsor. Por ese entonces, el actual Comisionado de la liga era el responsable de NBA Entertainment, la pata de la liga que se encargaba de generar contenido audiovisual. Al comprender que la temporada 1997/98 podía ser la última de Jordan, él y su equipo de trabajo entendieron que debían hacer algo diferente. Meterse de lleno en la intimidad de aquella dinastía. Si lo permitían, claro. Y, para eso, debían pasar por el presidente Jerry Reinsdorf, por el entrenador Phil Jackson y, eventualmente, por la estrella del plantel.
La historia, relatada por la periodista Ramona Shelburne en el sitio de ESPN, cuenta que los dos primeros aceptaron casi sin imponerse. MJ, en cambio, no estaba tan de acuerdo. “Terminamos por acordar que ninguno de los dos iba a poder utilizar el material si el otro no quería”, expresó Silver, quien le dio control total al jugador sobre lo que se filmaba. El emblemático tiro ganador ante Utah Jazz en las Finales supuso el broche de oro para lo que fueron alrededor de 500 horas de grabación. “No podías pedir un final mejor. Iba a ser el mejor documental deportivo de todos”, expresó Andy Thompson, tío de un tal Klay y uno de los productores. Pero los años pasaron. Y, en vez de premios, aquellas cintas acumulaban polvo.
Por mucho que lo intentaran, Jordan no daba el visto bueno. Según sus allegados, era una forma de alargar algo que era innevitable: sentenciar el fin de su carrera, de tantos años de dominio en el escenario más grande. Todo se mantuvo estático hasta que, en 2016, Mike Tollin fue elegido por Connor Scher y Bill Simmons, creadores de la saga 30 for 30, como el productor encargado de tentar a la leyenda.
Concertaron una especie de reunión, en la que al actual propietario de los Charlotte Hornetts le fue entregado una especie de presentación que comenzaba con una carta del productor aconsejándole que este era el momento. Jordan se puso sus lentes, leyó cada una de las páginas y se detuvo especialmente en la última. Allí se encontraban todas las obras producidas por el hombre que intentaba tentarlo: Kareem, Coach Carter, Varsity Blues… Iverson. “¿Tú hiciste este?”, preguntó. Tollin asintió, con miedo. “Lo vi como tres veces y me hizo llorar. Amo a ese enano”, cerró MJ. Caminó alrededor del escritorio durante unos minutos y, finalmente, aceptó la oferta.
El trato estaba hecho. Ese apretón de manos era la llave que abriría las caras ocultas de un equipo que quedó en la historia grande de la NBA. Curiosamente, Tollin recuerda una cosa más de aquel encuentro. En la TV, transmitían los festejos del equipo que habían logrado ganar el título luego de vencer a los Golden State Warriors que rompieron el récord de victorias en la temporada regular de los Bulls de Jordan: los Cleveland Cavaliers de un tal LeBron James. ¿Una casualidad? ¿La chispa del deseo? Jamás lo sabremos. Pero una cosa es cierta: The Last Dance ya está aquí.
Fuente: Basquet Plus