Atlético y aguerrido, con tiro exterior, predominio en la pintura y letal de contrataque. En las retinas de los hinchas que peinan canas todavía perdura intacto el recuerdo de Willy Lescano (64), uno de los grandes ídolos en la historia del básquet obereño, quien charló con el colega Daniel Villamea del diario El Territorio.
“Jugué en todas las posiciones, menos de base”, graficó con una sonrisa el propio protagonista, en una fría mañana de julio en la que repasó los mejores momentos de su carrera.
En tiempos previos a la Liga Nacional, cuando se jugaba por la camiseta o en el mejor de los casos por un par de zapatillas, los torneos provinciales y el Campeonato Argentino eran los eventos más trascendentes y premio para los mejores.
Figura del plantel de Oberá Tenis Club (OTC) que disputó la Liga Nacional C de 1986, también integró el seleccionado de Misiones que fue anfitrión del Campeonato Argentino de 1984.
Fue refuerzo de casi todos los equipos posadeños que en los años 80 quisieron luchar por cosas importantes y jugó su último partido con Aemo de Oberá, en Chaco, en el 2000.
Entre tantos recuerdos, atesora los momentos compartidos nada más y nada menos que con el gran Ernesto‘Finito’Gehrmann, quien fue su rival y también su compañero de equipo en Tokio de Posadas, en OTC y el seleccionado de Misiones.
“Para mí fue el más grande, una persona de una humildad increíble. Adentro de la cancha era de otro nivel, un pivote determinante con visión de juego. Decía: ‘Te veo y te doy, estate atento’, y después te hacía un pase sin mirar. Viví cosas muy lindas con él. Incluso compartíamos la pieza porque los dos éramos muy materos. Conversábamos mucho de la vida. Un grande en serio”, reflexionó.
“El básquet me atrapó”
Dueño de una genética para las mejores prestaciones deportivas, Willy Lescano también jugó al vóley y al fútbol en la Liga Obereña. En la secundaria compitió en carreras de velocidad y más adelante participó en varias competencias de medio fondo.
En diálogo con El Territorio, recordó que su primer deporte fue el fútbol y que llegó al básquet recién cuando comenzó el colegio secundario.
“Jugábamos a la pelota en un potrero de Villa Ruff, donde después hicieron la cancha del complejo municipal. Después, con los años, jugué de ‘5’ en la primera de Olimpia. En una época jugaba simultáneamente en las ligas de básquet, vóley y fútbol. Me acuerdo que perdimos una final del Provincial de vóley contra Posadas en Apóstoles, pero perdimos porque los árbitros eran posadeños”, rememoró como si fuera ayer.
Comentó que a su papá, Carlos Lescano, un recordado entrenador obereño, no le gustó mucho que se dedique al básquet.
“Él hubiera preferido que juegue al fútbol, pero el básquet me atrapó. Mi viejo me decía: ‘Si querés divertirte y llegar a algo con el deporte, tenés que entrenar’. Eso fue algo que me marcó mucho”, destacó emocionado.
Y recién a los 13 años, cuando fue a estudiar al Instituto Alberdi de Leandro Alem, tuvo su primer contacto con la pelota de básquet.
“Mi compañero de habitación era un salteño que jugaba al básquet y me enseñó con una pelota de goma en una canchita que era mitad de piso alisado y mitad de tierra. Me enseñó a tirar, a entrar en bandeja. Así empezó mi pasión”, recordó.
En 1972 lo convocaron a la selección juvenil de Alem y en el 74 pasó al plantel mayor.
Eran años del club 14 de Septiembre, también con cancha de piso de tierra, algo impensado para los chicos de hoy.
OTC y la selección
En 1976, con Willy Lescano como una de sus principales figuras, el seleccionado de Alem se consagró campeón Provincial al vencer a Posadas en la final.
Al respecto, recordó que “en esa época los provinciales eran muy competitivos, había equipos que se preparaban con seis meses de anticipación porque era lo más importante del año. Ese mismo año jugamos el Campeonato Argentino de Río Negro. La base era Posadas y fuimos Poy Tschirsch y yo de Alem”.
Ese mismo año se dio su retorno a Oberá, de la mano de Pepe Martínez, quien lo convenció para jugar en Olimpia.
Luego pasó por varios equipos de la provincia, ganó provinciales con Oberá -como el recordado de 1980, de local, en el que derrotaron a Posadas en la final por 71 a 68-, integró la selección de Misiones que fue anfitriona del Campeonato Argentino de 1984 y también estuvo presente al año siguiente en Mendoza.
Sobre los históricos provinciales, mencionó que “en Oberá siempre tuvimos el déficit de la altura, pero lo compensamos con mucho entrenamiento y garra”.
En tanto, destacó la campaña de OTC en la Liga Nacional C del 86, un capítulo inolvidable en la historia del básquet obereño por el poder de convocatoria que tuvo aquel equipo.
“Era hermoso jugar con el complejo lleno y creo que fue mi mejor momento. Teníamos un lindo equipo. Estaba Fino y Joe Manley, el primer norteamericano que vino a Oberá. Joe cobraba mil dólares por mes y hacía 8 puntos; yo no cobraba, pero metía 22”, acotó con picardía.
Incluso, aseguró que cuando jugaba para equipos de Posadas casi ni tenía trato con los dirigentes: “Hablaba con el DT y me iba, y por ahí cada tanto me daban un par de zapatillas. Y yo pagaba mis pasajes para ir a entrenar y jugar”.
Afecto intacto
Pero en sus palabras no hay reproche, más bien marcan una época que parece remota considerando las pautas del profesionalismo actual.
“Si cobré seis meses en toda mi carrera, fue mucho. Me daba vergüenza que me paguen para divertirme. Me levantaba a las cuatro y media de la madrugada y a las cinco estaba en el complejo para tirar 800 tiros, y no tenía nadie que me pase la pelota. Eran dos horas y después me iba a trabajar. Pero lo hacía con gusto porque sabía que era necesario para rendir”, remarcó.
Sobre su juego, comentó que si bien siempre le gustó jugar cerca de la zona, donde la capacidad atlética le permitía compensar la falta de talla, también podía lastimar de larga distancia y recordó la vez que anotó siete triples en un partido.
En Campeonatos Argentinos tuvo roce con figuras de la talla de Miguel Cortijo, el Gurí Perazzo, Chocolate Raffaelli, Sebastián Uranga y hasta el Gigante Jorge González, que metía miedo con sus 2.30 metros de altura.
“En el Argentino del 84 jugamos contra Chaco y tenían dos pivotes. Fino lo marcó al mejor y yo al Gigante, que era más tosco. Yo con un 1.90 metro pesaba 80 kilos y él tenía unos 140, así que no me quedó otra que tratar de anticiparlo e incomodarlo un poco”, recordó como al pasar aquella verdadera hazaña deportiva.
Tras los años de esplendor, colaboró en todo lo que pudo para sostener la actividad local, ya sea soldando los tableros del OTC u organizando comerciales en el Vanguardia.
También destacó a dirigentes deportivos como don Juan Cáceres y Mario Dini. Probó como DT, aunque reconoció: “No tuve la didáctica de la enseñanza. Me faltó paciencia”.
“Estoy contento con la carrera que hice. Para mí, lo mejor que te puede dar el deporte es el cariño de la gente. Eso no se compra con plata y siento que todavía me recuerdan con afecto”, subrayó el querido Willy.
LLENO DE ELOGIOS Y DE HUMILDAD
No hace mucho que Willy Lescano abrió una cuenta en Facebook, lo que le posibilitó reencontrarse de manera virtual con mucha gente del básquetbol. “Para nosotros, Willy era Kobe Bryant”, comentó alguna vez José Fabio, el último gran referente del básquet obereño. Pero Willy no se la cree y se sonrojó ante el elogio.
Repasando su carrera, recordó que jugó en Tokio, Mitre, Racing, Banco Provincia y Brown, todos de Posadas, OTC y Aemo de Oberá.
Entre las figuras que destacó de antaño, mencionó a Beto Merenda, Horacio Santa Cruz Pepe Martínez, el Flaco Silvero y Chopa Panasiuk.
Sobre la actualidad del básquet local, ponderó “la vidriera de OTC para los chicos de Oberá y la provincia que quieren jugar. En nuestra época no había esa competencia. Hoy los chicos tienen que valorar lo que hay y aprovechar las chances”.
Fuente: Diario El Territorio