Durante la preparación para los Olímpicos de Barcelona 1992, el Dream Team disputó un juego en el que se enfrentaron todos los del equipo.
El lugar era Montecarlo, uno de los destinos soñados por todos aquellos turistas alrededor del planeta. El año era 1992 y el Dream Team de Estados Unidos estaba terminando su preparación para disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona. Previamente, los norteamericanos habían derrotado a Francia en un amistoso que no dejó buen sabor, ya que no terminaron aplastándolos como se esperaba. Jordan se la pasaba en los campos de golf, Pippen en las paradisíacas playas de la ciudad y Barkley aprovechaba su fama para recorrer sin remera por todos los rincones del hotel.
El entrenador de aquel entonces, Chuck Daly, notaba que el equipo todavía no estaba listo. Había egos entre algunos integrantes del plantel, relajación por creerse mejores que todos y poca concientización del evento del que serían parte en cuestión de días. Por ello, quien también era técnico de los chicos malos de Detroit Pistons, decidió hacer un partido que de amistoso y agradable no tuvo absolutamente nada. De un lado estaba el equipo de Jordan, conformado por él, Larry Bird, Clyde Drexler, Patrick Ewing, Scottie Pippen y Karl Malone, y del otro estaba el equipo de Johnson, integrado por él, John Stockton, Charles Barkley, Chris Mullin y David Robinson.
Cuenta la leyenda que el partido comenzó a dominarlo el conjunto de Magic Johnson y que el base empezó a burlarse de Jordan a los pocos minutos de haber escuchado el silbato inicial. “Si seguís jugando al golf vas a tener que retirarte, mejor que aparezca Air Jordan”, le decía el de Los Angeles Lakers. Las palabras siguieron y siguieron hasta que en un momento el 23 explotó y enloqueció, anotando dobles y puntos a mansalva sin que nadie pueda hacer nada.
El encuentro paulatinamente dejó de ser un enfrentamiento de cinco contra cinco y se transformó en un escenario de dos hombres: Magic y Michael. Con luchas incansables, quejas y golpes, el partido terminó siendo una guerra que debió ser finiquitada por el propio Daly antes de que pase a mayores. Finalmente, Jordan terminó llevándose el partido 40-36 y Johnson no lo pudo superar durante días. Competitivo como pocos, la derrota era algo que el 32 no concebía, mucho menos el 23.
Ese partido también fue un pase de antorcha, en el cual Larry, Magic y su rivalidad de los ochenta terminó siendo relegada por la sensación mundial en la que se transformó Jordan. “Ya empezó el amanecer de otra era, ¿no te parece?”, le comentó el rubio de Celtics al morocho de Lakers.
Como si fuera un profeta, Larry Bird lo tenía claro y sabía lo que ocurriría a continuación. Desde ese partido, Michael Jordan tomó el control de la NBA y del básquet mundial. Se transformó en una figura que trascendió multitudes, países y pueblos. En cada lugar del mundo adonde había una naranja estaba él en algún poster o en aquella mítica camiseta roja con la 23 en la espalda. Aunque muchos no lo sepan, ese encuentro empezó todo. Terminó siendo un prefacio, un deja vu. El futuro desde un espacio.
Fuente: Basquet Plus