El ex entrenador de la Generación Dorada, Rubén Magnano, charló con los colegas de El Territorio y brindó detalles de su glorioso paso por Luz y Fuerza de Posadas. ¡Imperdible entrevista!
Entrenar en Misiones no estaba en sus planes. Venía de ser campeón con Atenas del Sudamericano de clubes por duplicado. Viajó como ayudante técnico de la selección argentina al Mundial de Canadá 1994, pero la Tierra Colorada se cruzó en el camino de quien, años después, se convertiría en el entrenador de la Generación Dorada.
Rubén Magnano llegó a Posadas de manera casi casual, pero la capital misionera se convirtió en un antes y un después para él. El ascenso con Luz y Fuerza a la Liga Nacional quedó marcado en el cordobés y los misioneros. Pasaron 25 años de uno de los hechos más importantes del deporte en la provincia y si bien los caminos fueron diferentes para Magnano y para el Eléctrico, el cariño sigue presente.“Yo me entero en Toronto, en Canadá, ya con todo el mercado prácticamente cerrado de entrenadores y jugadores, de que Atenas prescinde de mis servicios. Que no quería más que sea su entrenador. Veníamos de ser campeones, pero cosas curiosas de Atenas”, recordó Magnano de aquel agosto de 1994. Nada hacía presagiar meses antes que Luz y Fuerza iba a estar en su camino.El equipo misionero había armado una estructura para intentar pelear por un ascenso, se había ganado el derecho de participar en el Torneo Nacional de Ascenso (hoy Liga Argentina), pero faltaba algo más. Dar un salto de calidad.“Me preguntaron si me interesaba (venir a Misiones), nos encontramos en el aeropuerto de Buenos Aires y ahí fue Hugo (Falero) a recibirme y pactamos. Así nació el vínculo, un poco de palabra ahí (en Aeroparque), con un elemento preocupante que era el tiempo, porque al equipo lo armamos en 15 días, con lo que iba viendo en el mercado. Íbamos echando mano, con algunos jugadores que habían quedado de la temporada anterior”, contó quien años después se consagró campeón olímpico con Argentina en Atenas 2004.El tiempo fue poco, sin dudas, pero las decisiones certeras: “El equipo del TNA tuvo un porcentaje de triunfos importante. Tuvimos un récord interesante, porcentualmente hablando. Se hizo una muy buena campaña, se logró el ascenso contra un rival que, a priori en el inicio de la temporada, iba a ser el que iba a ascender, que era Regatas de Mendoza, el gran rival del momento y con el que terminamos jugando la final”.Ese Luz y Fuerza del que se acuerda Magnano jugó 40 partidos en toda la temporada del TNA. Cosechó 10 triunfos en la primera fase y 13 en la segunda (en ambas jugó 14 partidos) y en los playoffs terminó con un récord de 9-4, para cerrar un año con 35 triunfos y solamente 5 derrotas.
El nuevo rol del entrenado
Magnano comenzó su carrera como entrenador en Atenas de Córdoba. Ganó la Liga Nacional 1991/92 y se consagró en el Sudamericano 1993 y 1994. Todo marchaba sobre ruedas, pero el destino a veces no es tan fácil de descifrar.“En lo profesional siempre pongo de referencia a Luz y Fuerza. Fue un punto de inflexión en mi carrera. La imagen del entrenador cobró una real importancia. Yo no dejé de ser lo que era, sino que estaba un poco minorizada esa imagen de entrenador por los grandes nombres que había tenido en Atenas, pero a mi eso no me afectaba en lo absoluto. Aprendí a convivir con eso, pero en Luz y Fuerza cobró importancia (la imagen del entrenador), incluso en responsabilidad, y para mi fue un crecimiento muy grande que tuve en los dos años que estuve ahí”, analizó Magnano.La Tierra Colorada le sentó bien al cordobés, que cuando dejó Misiones ya era visto de otra manera en el mundo del básquet. “Hubo una metamorfosis, un cambio. Cuando yo salgo de Luz y Fuerza, curiosamente me contrata Atenas y yo noté que era otro tipo de entrenador. El trabajo era idéntico, pero la mirada externa, cosa que no me preocupaba, empezó a ser diferente”.“De pronto se ve la mano del entrenador, no le quedaba a los jugadores solamente acarrear toda la responsabilidad. El entrenador tenía una cuota sumamente importante en eso y por eso creo que fue un punto de inflexión muy importante mi paso por Luz y Fuerza”, aseguró.Su vuelta al conjunto cordobés y lo que vino después es conocido. Varios títulos con Atenas lo catapultaron a dirigir a la selección nacional. Fue subcampeón del mundo en Indianápolis 2002 y se calzó la medalla de oro en Atenas 2004.
El ascenso soñado
A medida que fue pasando la temporada 1994/95 del TNA, Luz y Fuerza fue ganando respeto. Las buenas rachas de victorias le permitieron terminar con el mejor récord en la segunda fase y así llegar con la ventaja de la localía a los playoffs.“Si bien el fútbol predomina en todo lo que es el ámbito nacional, pero la sensación era de que había un acercamiento al básquet. Es la imagen que me quedó por la campaña hecha. Me acuerdo de los últimos juegos de playoffs venía gente de toda Misiones a ver a Luz y Fuerza, incluso de otras provincias”, así sintetizó Magnano a lo que se vivió en la primera mitad de 1995. El Eléctrico venció 3-0 a Libertad de Sunchales en cuartos de final, dejó en el camino a Obras Sanitarias por 3-1 en las semis y llegó el mano a mano por el ascenso ante Mendoza de Regatas, el candidato en el inicio de la temporada.“Fue una serie de playoffs extremadamente emocionante. Nosotros nos quedamos con la ventaja, pero perdemos un juego en casa y eso nos puso contra la espada y la pared. Pero ese equipo tenía mucha hombría. Jugadores con una estirpe diferente y no hablo del aspecto táctico, técnico o incluso físico. Muchos de ellos eran psicológicamente muy fuertes, con mucha hombría para cambiar la situación y así lo hicieron. Ganaron un gran juego en Mendoza y jugaron la final en el Tokio, con un estadio colmado”, contó el entrenador cordobés.Pero el final tenía que ser de película. A pocos segundos del final, Fernando Posetto cacheteó un rebote y selló el 83-81 con el que Luz y Fuerza tocó el cielo con las manos.“Fue con una definición del Nano Posetto, que tomó un tiro fallado. Coronarse de esa manera tiene un plus, porque fue una final a pura adrenalina”. Magnano había logrado conformar un equipo en poco tiempo y conseguir la única plaza para jugar en la temporada siguiente en la Liga Nacional. Histórico por donde se lo mire.Para el cordobés, no hubo un momento de quiebre en el que se dio cuenta de que podían pelear por el ascenso. Más bien esa seguridad vino del trabajo del día a día.“Tengo mucho contacto con Donald Jones (una de las figuras de ese equipo), que trabaja para la Agencia Córdoba Deportes, y siempre se acuerda de los trabajos que hacíamos en una pista de atletismo en las afueras de Posadas, que terminaban todos colorados de la tierra, por eso sé que hubo mucho esfuerzo de ese equipo. Mucha lucha. Pablo Hoya jugó la final con la mandíbula quebrada, algo impensado. Hoy no sé si lo permitirían. Hace poco estuve con él en La Pampa y nos acordábamos de eso. Por eso creo que había mucha hombría para afrontar todo eso”, aseguró.“Yo eso lo veía en el día a día y me daba la certeza de que había chances, con gente joven, pero con muchas ganas. Había gente con experiencia de Liga como Donald (Jones), Pablo Hoya y hubo una mixtura entre grandes y chicos que nos ayudó muchísimo”, analizó Magnano.
La otra cara de la moneda
Luz y Fuerza tuvo idas y vueltas en esa temporada 1995/96 en la máxima categoría del básquet nacional. Finalizó 9°, un buen puesto para los misioneros, pero lo malo no eran los resultados, sino la manera en la que la dirigencia desperdició ese lugar ganado.“La página posterior fue extremadamente triste. Los porqué los desconozco. Después de tanto esfuerzo y tanta lucha, de jugadores, de cuerpo técnico. Nos quedaron debiendo la mitad de la temporada en la Liga Nacional. Vivimos situaciones de bajo nivel”, se lamentó Magnano en referencia a lo que fue ese año en Primera, que terminó con la plaza de Luz y Fuerza vendida.“Cuando ascendimos a la A padecimos muchísimo. Se terminó la temporada con el ahínco y la fuerza de algún que otro dirigente, que trató de salvar la plaza. Imaginate que a la postre, los que comandaban el futuro de la institución y habría que ver los nombres propios, terminaron regalando la plaza”, expresó el entrenador, y fue más allá: “Después de tanto esfuerzo, se ve que hay un trasfondo bastante curioso y gris, llevándolo a oscuro, que me trae muchísima tristeza y malestar, porque jugaron con el esfuerzo de mucha gente. Incluso, privando al pueblo de Misiones de la posibilidad de tener un equipo en Primera”.“Fue un manejo dirigencial de arriba, no de los dirigentes que estaban en el día a día y que trataban de resolver los problemas, si no de quien daba las directivas del club. Fueron momentos difíciles y terminó como terminó, de muy mala forma”, recordó.Si la situación hubiese sido diferente, quizás el cordobés hubiese pensado en quedarse, pero explicó que “fueron meses de muy malos tratos, que eso no sé si, llegado el momento, iba a prosperar”. “En mi vida apareció Atenas, que era un poco mi casa, y yo hacía dos años que estaba lejos”. Así terminó la historia de Magnano en Posadas.“Había deudas, contratos que pagar. Una lástima, porque había mucho esfuerzo y una provincia muy vinculada con el equipo. La gente asistía a los partidos, pero a veces las ecuaciones no dan el número como uno piensa”.Pero eso jamás borró el cariño del entrenador hacia la Tierra Colorada y en especial a Luz y Fuerza, el club que le abrió las puertas en un momento bisagra de su vida y que lo llevó a crecer, dentro y fuera del parquet.
“Había chicos con futuro”
Cuando Rubén Magnano llegó a Misiones se encontró con un plantel con varios jugadores de la temporada anterior. Mantuvo algunos nombres y reforzó el equipo para pelear por el ascenso. Durante los dos años del entrenador al mando del equipo, varios misioneros tuvieron la chance de jugar. “Los chicos misioneros eran muy chicos, categoría juveniles. Ellos eran los referentes de la provincia. Había chicos con futuro”, recordó Magnano. “Raúl Tarnowyk y Matías Caramuto tuvieron más minutos en la Liga Nacional. Ellos terminaron jugando en el Federal en diferentes equipos. Felizmente muchos siguieron en el básquet”, expresó el cordobés. Pero además también fueron importantes Miguel Zandomeni, capitán en el ascenso a la Liga Nacional, y ya en la máxima categoría aparecieron Luis Ayala y Mauricio Hedman, como representantes de la provincia.
Fuente: El Territorio