El base marcó 13 puntos y 13 asistencias en la final de la Copa del Rey ante el Unicaja. Fue el MVP del torneo y Real Madrid se consagró campeón. Lo mejor viene en envases pequeños.
Lo que importa no es lo de afuera, sino lo de adentro. En la superficie parece un tipo más, con una barba dibujada como la de cualquier otro hombre llegando a los 30 años. Camina como los mortales, posee la misma altura que ellos y si quisiera se escondería entre la media. Pero por dentro nadie es como él. Su rebeldía lo llevó a lugares que la propia razón desconocía. Primero en Argentina y luego en España, entrenando duro y comiéndose el mundo en el intento
Decían que no podía jugar en la Liga, consiguió ocho campeonatos. Decían que España le quedaría chico, se convirtió en el más querido y determinante de Murcia. Decían que en Real Madrid no tendría minutos, ya tiene ocho gritos consagratorios. Una y otra vez el cordobés fue derribando mitos y críticas como si fueran fichas en una partida de dominó. No le importa nada, siempre va de sobrada.
Sus pases son vida y pura devoción, poemas de Jorge Luis Borgues pensando en el amor. Divierten y entretienen como si estuviéramos viendo una película que vuelve cinéfilo a cualquiera. En transición, media cancha y tras pick and roll, sus lujosas asistencias son un descontrol que lastiman sin discriminación. A una mano, a dos, de espaldas, no importa donde, el argentino encuentra hasta al que se esconde.
Atacando el aro no hay forma de frenarlo, es la reencarnación de Napoleón en la batalla de Waterloo, Aquiles enfrentándose a Troya, Gengis Kan atravesando continentes y luchando contra el que se ponga enfrente. Domina los hilos, controla el partido y alimenta a todos. Es el más perfecto reloj, una muestra a escala real que parece haber sido hecha a mano por el propio Christian Huygens.
No le importa anotar, sino crear, repartir y construir. Es el vivo refrán del un punto hace feliz a una persona, pero una asistencia a dos. Porque eso es Campazzo, generosidad, cero egoísmo y una personalidad que en él con fuerza vislumbra. Es la electricidad, una corriente que enciende al Real Madrid, haciendo brillar con luz propia a todos sus compañeros.
Hoy tocó el turno de la Copa del Rey, ejemplo notable de su irrupción en Europa y en Real Madrid. A lo largo del torneo promedió 13.6 puntos, 10.3 asistencias, 5.0 rebotes y 4.0 recuperaciones que le permitieron ser elegido el jugador más valioso. Estos guarismos son notables, pero no los mejores, porque Facundo Campazzo nunca se destacó por lo que se puede ver, sino por lo que no. Para entenderlo y disfrutarlo hay que ver más allá de los números y de los lujos. Es el más importante, el referente. El Dios que en el conjunto blanco es omnipresente.
Fuente: Basquet Plus