El alero de los Bulls llegó en agosto de ese año, después de terminado el Mundial de Canadá. Jugó dos partidos: uno en Obras y otro en el Cerutti cordobés.
La historia de la visita de Scottie Pippen a la Argentina en 1994 no tiene desperdicio. Anécdotas, curiosidades y hasta una revelación que dejaremos para más adelante. Pippen vino después del Mundial de 1994 (que él no jugó), a fines de agosto, tras la primera temporada de Chicago Bulls sin Jordan, pero ya con 3 anillos en el bolsillo. Era la época en la que Argentina, por el uno a uno, vivía una época delirante y traer estrellas del extranjero se veía como algo muy normal. Desde los Stones a Pippen, pasando por Guns and Roses o Michael Jackson y Madonna.
Pippen vino traido por Nike, con un grupo de NBA y ex-NBA, algunos de bastante prestigio: Billy Owens, Harold Miner, Grant Long, Rick Mahorn y Bob Martin. Ellos armaron un equipo que se completó con extranjeros de la Argentina, como Mel Daniels, Alfredo Barnes y Charles Parker. Los dirigía Lynn Merritt. Se jugaron dos partidos, uno en Obras y otro en el Polideportivo Cerutti de Córdoba. En ambos casos, frente al mismo equipo de jugadores argentinos, compuesto por: Daniel Farabello, Fabricio Oberto, Eduardo Dominé, Gabriel Milovich, Rubén Wolkowyski, Fabián Sacchi, Dante Jovanovich, Alejandro Allegretti, Carlos Romano y Diego Grippo. Entrenador: Guillermo Vecchio.
Ambos partidos fueron ganados por el equipo de Pippen, 132-114 el de Buenos Aires y 151-120 el de Córdoba. La realidad es que, más allá de los partidos, todo lo demás fue bastante desorganizado, desde la selección de jugadores para completar ambos planteles, hasta una Clínica que dio Pippen en el Cenard y a la que fueron solo 300 personas. Lo mejor fue la logística para los traslados. Pippen, los equipos, la prensa, las porristas y todos los involucrados en el partido de Córdoba, viajaron desde Buenos Aires en un avión alquilado a Aerolíneas Argentinas, que se volvió para la capital apenas terminado el partido en el Cerutti.
Por lo demás, quedaron anécdotas varias. La primera fue cuando los norteamericanos llegaron a Buenos Aires el 26 de agosto para alojarse en el flamante Caesar Park Hotel de Recoleta. Sin siquiera registrarse, Miner y Owens se fueron corriendo al McDonald’s de la Avenida 9 de Julio para comer. Bien yanqui. Luego, como casi todos los que venían en esos tiempos a partidos de exhibición, pasaron más tiempo en los boliches de la noche porteña (El Cielo, sobre todo) y de compras que en una cancha de entrenamiento. La otra rareza fue la situación vivida por Harold Miner, que no jugó ninguno de los dos partidos porque arrastraba una lesión y no recibió la autorización correspondiente. Otra curiosidad. Una de las promotoras que participó de los dos partidos fue la luego muy conocida actriz, Carla Peterson.
Eduardo Dominé, uno de los que jugó el partido de Obras, recuerda: “Fue genial, de ida y vuelta, con muchos triples, parejo. Me acuerdo un saque de fondo de ellos donde yo estaba defendiendo a Pippen. Miré un segundo al que sacaba y cuando me quise dar cuenta, se la tiró volada a Scottie. Me dí vuelta y tenía su cintura en mi cabeza. Me había pasado literalmente por arriba”.
En ese viaje, Pippen dio una conferencia de prensa donde fue consultado por el famoso minuto ante los Knicks en la final de Conferencia, donde él no había salido a jugar porque Phil Jackson le había dado la última bola a Kukoc: “Me arrepentí enseguida de la decisión que tomé, pero uno es profesional y tiene que hacerse cargo de lo que hace, aunque sé que es algo con lo que tendré que convivir el resto de mi vida. Igualmente, debo decir que mis peleas con Toni son un invento del periodismo. Nunca existieron como tales”.